apareciste,
entre sábanas blancas,
casi inalcanzables como las nubes que veo partir.
Recuerdo los días en que las lágrimas caían,
en que eran los rostros los mojados
y no las urbes de la piel.
Tu sonrisa aparece,
tu voz ha decidido volver;
pero, esta vez, no se irá a ningún lugar.
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